Recuerdo antes de casarme con mi esposo y ser mamá, mi sueño ademas de mi realización en el ámbito profesional era tener una pareja, alguien que estuviera conmigo en las buenas y en las malas y fuera mi apoyo, mi amigo, mi amante y mi compañero fiel. Sin embargo, al nacer Elena, mi relación de pareja pasó a un segundo plano, ya que toda mi atención se centraba en las necesidades de nuestra hija, entonces me di a la tarea de refortalecer mi relación y empecé a trabajar en los siguientes aspectos:

• Aprendí a compartir tiempo con él conociendo nuestros gustos. Unas veces vemos el fútbol o el box y en otras ocasiones me acompaña a realizar mis compras con cupones, vamos a un centro comercial o llevamos a nuestra hija al parque o a dar una vuelta por la colonia. Lo importante es compartir tiempo en actividades juntos y con nuestra hija. 
• Empecé a hacer llamadas a su oficina para saludarlo algunos días a la semana y a dejar a veces algunas notitas con un “te amo” en su cartera o con frases pegadas en el refrigerador. Los pequeños detalles hacen grandes diferencias. 
• Las responsabilidades de la casa optamos por dividirlas entre ambos para evitar exponer al otro a grados de cansancio que no le permita tener energías para el amor. Eso de mantener la casa limpia y organizada es asunto de dos.
• Nos damos tiempo para uno mismo. Cada uno disfruta de ciertos momentos en soledad, ya sea para relajarse o reflexionar o simplemente para ir a un concierto, visitar a alguna amiga (o). 
• Actualmente, mi esposo es el que sale de casa a trabajar. En nuestro hogar está acordado que al regresar después de un mal dia en el trabajo, al cerrar la puerta, los problemas se quedan afuera, ya que esta prohibido cargar de malas energias nuestra casa. Al día siguiente al llegar a su oficina de nueva cuenta, tendrá que hacer lo que sea necesario para solucionar los problemas laborales. 
• De vez en cuando el robarle un beso, hacerle un cariñito o un intercambio de miradas mantiene el romanticismo y la pasión en nuestra relación. 
• Cuando hay problemas de pareja, tratamos de dejar que el otro se desahogue sin gritos, ni lamentaciones ni reproches. Si estamos muy alterados nos alejamos para no hacer mas grande la discusión, ya cuando estamos más tranquilos, nos sentamos, nos desahogamos y buscamos soluciones al problema. Asumir una actitud positiva es la clave. 
• Y el más importante de todos, jamás hay que esperar que se dé la “situación ideal”, ya que con un hijo de por medio es necesario tratar de equilibrar la disponibilidad de ambos y ser flexibles a los tiempos y espacios de cada uno, para poder sobrellevar, cultivar el respeto y llevar idóneamente las riendas del amor en pareja. 

La vida en familia es una ardua tarea de equipo, en el que la organización, el respeto, la confianza y el diálogo, son las piezas fundamentales para mantener viva la llama del amor.